Para mí fue un agobio enorme. ¡Que el mundo se iba a acabar! ¡Es algo muy grave! ¡Tenemos que salir de aquí cagando cerillas! ¿Como es posible que nuestros líderes no se preocupen de esto? Woody Allen había plasmado mi mismo sentimiento en su magnífica Annie Hall.
Ya resulta duro aceptar que nuestra propia vida se va a terminar. Y como no queremos diñarla hemos recurrido a todo tipo de artimañas mentales para sobrellevar esa verdad.
Como seres vivos nos queda el consuelo que da la progenie (a veces) y el que nuestra vida y obras sean recordadas por los vivos. Pero el fin del planeta es bastante más complicado de digerir.
Con el tiempo, el estudio de la filosofía me enseñó los caminos derivados del nihilismo de Nietzsche o Epicuro, que me han servido para encarar el fin propio un poco mejor.
Y ante la falta de referentes religiosos, las buenas historias de ciencia ficción me han llenado la cabeza de esperanzadores escenarios donde la vida terrestre es capaz de continuar a pesar de la desaparición de nuestro planeta.
Ahora me he encontrado con un libro que me ha enfrentado al límite final: el de nuestro universo:
Nuestra civilización está condenada. Probablemente eso no es lo primero que quisieras leer al abrir este libro, pero es verdad. La humanidad - y toda la vida del Universo - va a ser completamente barrida. No importa cuán avanzada se desarrolle nuestra civilización, no importa si desarrollamos tecnologías para saltar de una estrella a otra o para vivir seiscientos años. Sólo resta una cantidad finita de tiempo hasta que la última criatura viva del universo desaparezca. Las leyes de la información han sellado nuestro destino, del mismo modo que han sellado el destino del Universo en sí.
Es el acojonante comienzo Decoding the Universe de Charles Seife. El libro en realidad no trata sobre el apocalipsis final, sino que aborda diversos temas de la Física desde el punto de vista de la Teoría de la Información.
Ante semejante panorama me encuentro sin ideas. El fin de todo. Como un personaje de Fantasía al contemplar la nada. Será como si nuca hubiésemos existido...
No tengo ni idea de cómo afrontar el fin último de todo. Me lo voy a pensar mientras me tomo una cervecilla al solete de noviembre.
2 comentarios:
De acuerdo en que “nuestra civilización está condenada”. Pero no porque el Sol vaya a extinguirse dentro de cinco mil millones de años, sino porque la Historia nos muestra que toda civilización ha tenido fecha de caducidad, y la occidental no va a ser una excepción.
Puedo estar también de acuerdo en que “la humanidad va a ser completamente barrida”. Pero de ahí a afirmar, como lo hace Seife, que “sólo resta una cantidad finita de tiempo hasta que la última criatura viva del universo desaparezca” me parece un poco atrevido. Aún más exagerada me parece su afirmación de que “las leyes de la información han sellado nuestro destino”.
Pero ¿de qué leyes de la información me habla? ¿De las mismas que han propiciado la ingente información contenida en nuestro ADN? ¿En la aparición “fortuita” de un lenguaje genético formado por millones de letras genéticas en esa doble hélice? ¿De la generación espontánea por “prueba y error” de un complejo código digital de cuatro caracteres que dan lugar a la formación de todas las proteínas? Pues no parece que esas leyes de la que habla el autor hayan regido a nuestro Universo. Y la prueba más concluyente es que estamos aquí, con todas esas violaciones de la naturaleza y acontecimientos “milagrosos”.
Lo más lógico habría sido la no existencia, como predice la segunda ley de la termodinámica. Pero el Universo no parece ser atender a nuestra lógica; más bien parece que está jugando sus propias reglas, unas reglas que aún no conocemos.
El Universo se ha tomado muchas molestias para que la vida exista. Y de formar nuestra conciencia; esa sensación de que somos únicos, singulares, de ser el centro de todo. La Existencia, en mayúsculas, ya de por sí es un problema difícil (si no imposible) de resolver.
¡Joder, qué gran misterio! Si yo no existo ¡tampoco el Cosmos! A veces pienso que el Universo nos ha creado con un único propósito: el de ser consciente de sí mismo.
No tenemos ni idea de cómo llegó a existir, si estamos aquí por algo, si el Universo entero está vivo, si todo él es consciente o si es eterno. Aún somos como un niño que, en la orilla del mar, se pregunta dónde comienza y acaba éste.
Como agnóstico y escéptico que soy, no me alineo a pie juntillas con ninguna doctrina filosófica ni científica. Y menos aún de gente prepotente, como este Seife.
Amigo Iacchos.
¡Qué manía con atribuirle personalidad e intenciones al Universo!
Las leyes de la teoría de la información son como las de la termodinámica. Propugnan que todo tiende al estado de mínima energía y máximo desorden..
y si no hay orden... lo que es Vida, va a ser complicado.
_Y si te quieres meter con Seife (o con Shannon) tendrás que empezar por enteder de qué hablan para refutarlo si es que es posible :P
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