5 nov 2010

Mal sabor de boca

Soy un optimista incurable. Aunque me lleve muchas decepciones, soy incapaz de reprimir mis tendencias a ilusionarme con el futuro.

Sin embargo, llevo una racha en la que el negativismo va haciendo presa en mi. Me preocupa. Se supone que es parte del proceso de maduración personal. Lo de perder el optimismo digo. Pero... ¡Es que a mi me gusta ser optimista!

Como entrenador, siempre me he esforzado por motivar a mis jugadores para que desarrollen "su juego". Más que resultados, siempre he pedido intensidad, concentración y tranquilidad. No es que me guste perder, pero no me molesta si mi equipo ha dado su medida.

El miércoles pasado jugamos un partido contra C.B. Maristas. A priori, de los rivales accesibles. Claro que llevábamos muchos días sin entrenar (cosas del puente de Noviembre) y, con nuestra tendencia a los apagones mentales, estábamos preocupados por nuestro rendimiento.

Comenzamos dormidos (una vez más). Totalmente fuera de partido, sin tensión defensiva, "empanados" en ataque e incapaces de parar las oleadas del rival. Sin embargo, un arranque de orgullo y 5 buenos minutos en defensa nos llevaron al descanso con una prometedora renta de 18 puntos.

Igual que el día que debutamos. nos fuimos del partido para arrancar el tercer cuarto y Maristas nos recortó 13 puntos en un abrir y cerrar de ojos. El resto del partido se desarrolló con esa misma dinámica de tira y afloja sin que la victoria llegase a peligrar.

Es frustrante ver como tu equipo es superior, pero no capaz de ofrecer la constancia y la claridez de ideas necesaria para certificar esa superioridad. Especialmente descorazonador fue el pésimo balance defensivo y la peor lectura de ataque.

Me voy a detener en éste último aspecto. Cuando un equipo ataca "mal", se acaba fiando todo a la inspiración de algún jugador. El clásico "Balones a Will". Por filosofía personal, siempre digo que un ataque que termina en canastón individual, es un mal ataque.

Creo profundamente en el juego colectivo. Por un lado porque me parece más efectivo a la larga. Por otro porque si en un equipo se la juegan siempre los mismos sin mediar pases ni coordinación, la solidaridad se resquebraja y la concentración en el juego de los "menos participadores" se desmorona.

Al final, aunque hemos ganado cómodamente, el desolador nivel de juego y la pasividad defensiva me ha dejado mal sabor de boca.

Resultado final;
                    CNS 91 - 77 C.B. MARISTAS

Hemos vuelto a insistir en la necesidad de mejorar nuestro ataque posicional y la comunicación en defensa. A ver si mañana, en Coria del Río, damos muestras de asumir las enseñanzas.

2 comentarios:

Eva Regosango dijo...

Más que madurar estás en otra categoría con otra función y todo afecta.

No creo que el equipo sea malo. Pero claro está, ahí está eso de que los entrenadores nunca están contentos...

Pues yo hoy lo estoy. 70% contento y un 30% descontento. :D

Caballero, usted tiene un muy buen equipo con buenos chavales.

Unknown dijo...

Lo de madurar no era sólo por el baloncesto. Últimamente me encuentro menos "alegre" y más negativo en general.

Claro que tengo un buen equipo y que lo chasvales son buenos. Por eso estoy insatisfecho.

Si fuesen unos mataos no me importaría que fuesen incapaces de ejecutar un ataque libre mondao.

Precisamente porque son buenos les pido que usen la cabeza. Que intenten jugar con criterio. Que no se coman bloqueos y cortes sistemáticamente...

Por lo demás bien.