Un efecto secundario de esa itinerancia es que he podido comprobar la verosimilitud de la osada conjetura de los seis grados de separación (pareciendo una chorrada a priori). 'El mundo es un pañuelo' se suele decir cada vez que se produce alguna coincidencia.
Como aquella vez que:
- ...mi padre, viajando de Madrid a Teherán (o de vuelta) se encontró en un aeropuerto europeo a un antiguo profesor mío de Inglés que iba de Londres a Tokio.
- ...en un congreso estudiantil en Eindhoven descubrí a una muchacha húngara que conocía a varios de los amigos que había hecho en Egipto 5 años antes.
- ...que una de esas amigas se acabó casando con un caballero anglo-portugués y se fue a vivir a escasos 50 km de mi casa.
- ...mi querido Chmeee se fue de Sevilla a Madrid a trabajar para acabar colaborando (y padeciendo) a varios individuos que me conocían de Vigo.
- ...recién entrado a trabajar en Puerto Real (Cádiz) trabé amistad con un ingeniero escocés, natural de la misma ciudad (Dundee) donde había estado estudiando el año anterior.
- ...asistí a una sesión formativa para entrenadores de baloncesto para reconocer en el prestigioso entrenador que la impartía a un antiguo compañero de pachangas playeras (estupendo tirador) en Baiona.
- ...me encontré en Sevilla con un caballero originario de la misma comarca rural que mi señor padre. Por supuesto, siendo esta una típica comunidad del rural gallego, ambas familias se conocen y comparten grados esotéricos de parentesco.
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